Como contábamos en el anterior post, los institutos y todas las personas que los habitan, tienen un potencial enorme en la transformación social, y para ello, hay que abrir los centros a la realidad y e invitarla a entrar en su integridad, con sus defectos y sus bondades.
Esto es lo que ocurrió ayer en el Salón de Actos del IES Américo Castro de Huétor Tajar. De la mano de profesoras comprometidas como Cristina Martínez Sopena y María del Mar Enríquez Morales, y con la colaboración de la ONGD Economistas sin Fronteras con May Adamuz y Nicolás Mentech, se organizó una mesa redonda de personas protagonistas para contar a tres clases de bachillerato cómo es la vida de las personas mayores, los servicios que se encuentran a su disposición, sus principales carencias y los retos a los que se enfrentan en la actualidad.
La mesa la componían Priscila Serrano, asistente social del Ayuntamiento, Carmen Gálvez, directora de la Residencia Santa Isabel de Huétor Tajar, Eladia Rodríguez, residente, Jaqueline Loayza, de la Asociación Sociocultural NOSOTRAS por los Cuidados y el Empleo de Hogar, y Jacinta Rodríguez y Armando González, de Stop Desahucios.
La residencia entró en la vida del instituto de la mano de Pilar y Eladia. Pilar, dejó patente la importancia de escuchar a las personas mayores y contar con ellas y ellos para organizar las actividades, de manera que respondan a sus demandas y gustos. Así, por ejemplo, ofrecen una dieta que les guste y son muy flexibles en los horarios de visitas, para que se sientan como en casa. Pilar aprovechó para señalar un aspecto común al que se enfrentan tanto las personas mayores como la adolescencia: los estereotipos. Interesante esta apreciación para desarrollar la empatía entre ambos y trabajar por desmontar determinadas creencias aún presentes en el imaginario colectivo.
Eladia, quien ocupaba el centro de la mesa, provocó la empatía de la adolescencia allí presente con tan solo su calmada presencia y su mirada pizpireta. Ella, además de residente, juega un papel activo en la organización de la vida en el centro y señaló como colabora con diversas gestiones y promueve actividades.
A continuación, el salón de actos se centró en Jaqueline, migrante boliviana y trabajadora de hogar desde hace diez años, tiempo que reside en España. Jaqueline, puso sobre la mesa las necesidades afectivas que presentan las personas mayores y que ella ha identificado a lo largo de su experiencia laboral. Ante la pregunta de una profesora, contó como en Bolivia, el cuidado de las mayores sigue siendo prioridad para la familia, si bien se está perdiendo, en parte por todas las hijas migradas a otro país que ahora cuidan de personas extrañas. Con su testimonio, dejó patente la necesidad de cuidar a las personas mayores, pero también dio a conocer la situación de muchas mujeres bolivianas y de todo lo que nos queda por avanzar para llegar a una corresponsabilidad en los trabajos de cuidados. Tal, como nos sugiere esta frase: “la abuela que cuida al hijo de la madre que migró para cuidar a la hija de la madre que salió a trabajar, ¡está cansada!”
De las necesidades, pasamos al actual reto al que se enfrentan, hoy día, muchas personas mayores. Jacinta y Armando fueron claros: “las principales afectadas por los desahucios son las personas mayores”. Mayores que avalan a sus hij@s para la compra de un piso, hij@s que pierden su empleo y no pueden pagar la hipoteca y mayores que de nuevo les ayudan con su pensión…hasta que no pueden hacerlo porque se la embargan. Los embargan por ayudar a sus hijas e hijos. Jacinta, que pertenece al grupo de suministros del colectivo y Armando, jubilado activo, al igual que su mujer, Mari Reyes Puertollano, sentada entre el público, pusieron el punto reivindicativo a la mesa, señalando como las políticas públicas no cuidan servicios tan básicos como el acceso a la vivienda y a los suministros básicos. Y como son las personas que pertenecen a colectivos como Stop Desahucios (jóvenes y mayores) quienes se encargan de negociar y encontrar soluciones para quienes tanto sufren.
Cerró la mesa Priscila, quien mostró la buena relación de los servicios sociales con la residencia y con el instituto, ya que aún tienen en el recuerdo la actividad realizada con la clase de filosofía “La cápsula del tiempo” y que señaló, estaría encantada de repetir. Asimismo, invitó al público a formar un grupo de voluntariado para cubrir las necesidades afectivas que habían salido en la mesa y para fomentar la relación con las personas mayores, de quienes tenemos mucho que aprender.
El sonido de la sirena dio por finalizado el encuentro, pero aquí no acabó todo. Porque los cuidados, con estas y otras actividades, están sumergiéndose en la vida de nuestros adolescentes de manera que puedan promover mejores maneras de relacionarnos y de cuidarnos. Por lo pronto, nació un grupo de voluntariado para la residencia de mayores.